12/3/11

Recordando Sarajevo.


A Sarajevo llegamos desde Mostar ya de noche. Nada más salir de la estación empezamos a escuchar los cantos de llamada a la oración desde los minaretes de las mezquitas, lo que a mí me impacto mucho, ya que era la segunda ciudad donde escuchaba algo así. Las otras veces había sido en Granada y claro está, no tenía ni punto de comparación.

Desde la estación cogimos un tranvía hasta la ciudad vieja ya que habíamos mirado que allí nos sería sencillo encontrar alojamiento y así fue. En la plaza de Baščaršija hay una oficina desde la que te distribuyen por diferentes tipos de alojamientos en la ciudad según la calidad precio que quieras. Cuando llegamos tan sólo quedaban camas en una especie de barracones en los que había un solo baño y una ducha para veinticuatro personas. Eso sí, el precio estaba bastante bien ya que pagamos 10€ por persona con desayuno, que consistió en pan con mantequilla y mermelada y un rico té.

 Una de las calles de la ciudad vieja.

Esa misma noche fuimos a dar un paseo por la ciudad vieja y nos dimos cuenta que habíamos coincidido con el festival de cine, por lo que muchos de los pubs que allí había tenían bastante ambiente, aunque igual demasiado cool para nosotros. Así que decidimos que igual era mejor dormir y el día siguiente visitar la ciudad con más calma de día, que siempre es totalmente diferente.

A la mañana siguiente un nuevo paseo por la ciudad. Aunque suene a tópico es impresionante la diferencia religiosa que se da en la ciudad; mezquitas e iglesias de diferentes cultos cristianos aparecen mezcladas aparentemente y hoy en día, sin demasiado problema. Además merece la pena pasear por la orilla del rio, "sobre el cual" comenzó una Guerra Mundial. Y no podía faltar la norma occidental; nada más terminar lo que es la parte vieja comienza una zona comercial en la que están presentes las tiendas que puedes encontrar en cualquier lugar del mundo.

Plaza de Baščaršija

Por la tarde, contratamos un tour turístico por los lugares de la guerra a través del mismo hostel. El precio fue de 12€ por persona y nos llevaron entre otros lugares al túnel de Sarajevo, que se utilizó como paso de suministros y personas para romper el sitio de la ciudad durante la guerra. A pesar de que ahora se ha convertido en un lugar turístico más, todas las señales que quedan de metralla y el mismo túnel, hacen que llegues a ser sólo un poco consciente de lo que debió significar la guerra. De cómo gente que vivía hasta ese momento como nosotros lo hacemos ahora debió vivir, sobrevivir, a la brutalidad que significan las guerras.

 Uno de los muchos edificios de viviendas que aun quedan con impactos.

Cambiando de tema, no quiero dejar de recordar lo siguiente. Anocheciendo nuevamente nos dirigimos a la estación de nuevo en tranvía. Como no teníamos dinero bosnio y ya íbamos a dejar el país intentamos pagar en el tranvía en euros. El conductor no nos dejó pagar pero tampoco nos indicó de ningún modo que debíamos bajarnos. En la siguiente parada se subió un revisor que evidentemente nos pidió los billetes. Poco a poco se fueron subiendo más al tranvía hasta que, cuando llegamos a la estación eran ya cinco. No sé que nos dirían pero la gente del tranvía se empezó a cabrear con ellos, incluso una mujer nos picó con su billete, por lo que les hicieron bajarse a todos y cuando sólo quedábamos nosotros dentro me pasaron por teléfono con una persona que hablaba inglés y me explicó que debíamos pagar una multa. Ante el miedo de poder perder el tren la pagamos en euros (50€ por cuatro personas) y abandonamos Bosnia rumbo a Serbia.

 Unos burek con su correspondiente cervecita.

Por último hablar un poco de la comida y es que aquí probamos los burek, a mí personalmente me encantó. Constan de una especie de pasta rellena que en el lugar donde lo comimos nosotros estaban rellenos de carne, queso o espinacas. Respecto a los precios no anoté mucho, pero decir por ejemplo que; cinco capuchinos, una cerveza y una shisha no salió por 17 MK, que al cambio son unos 8,50€.

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