24/3/11

Recordando Беoград (Belgrado).


La primera sensación que tienes al llegar a Belgrado (por cierto, que bien me ha quedado el cirílico) es que no va a ser una ciudad muy acogedora. Tanto la estación de tren como la estación central de autobuses, que están juntas, tienen un aire bastante decadente. Según vas subiendo hacia el centro de la ciudad la cosa, como por otra parte es lógico, va mejorando.

A Belgrado llegamos a las 7.00 de la mañana y tras cambiar moneda, dejamos los macutos en la consigna de la estación, ya que no era nada caro y así podíamos buscar alojamiento sin ellos que quizás sea lo más engorroso del viaje. Fue la primera vez que el primer sitio que vimos no nos gustó y decidimos mirar una segunda opción y la verdad es que acertamos. Nos alojamos en el Hostel 360º, que ocupa las dos últimas plantas de un edificio en la calle Knez Mihajlova. Una calle peatonal llena de comercios, terrazas y que además cuenta con la sede de algunos institutos de idiomas extranjeros como el Cervantes. El Hostel era casi nuevo, tenías taquilla individual con llave, ordenador con conexión a internet gratuita, cocina, café gratis, una pequeña terraza, juegos de mesa, zonas comunes, etc. En resumen es el típico hostel al que parece ser que nos gusta ir ahora a los jóvenes. El precio fue de 17€ por una habitación de cinco personas, aunque nos aseguró que íbamos a estar los dos solos y así fue.

 Puesta de sol desde Kalemegdan.

La visita a la ciudad no fue muy complicada, aunque tampoco nos dio tiempo a ver demasiado. El primer día, después de la siesta de rigor para reponernos de la noche en tren, visitamos la antigua fortaleza de Kalemegdan, que está al final de la calle donde nos alojamos. Actualmente la fortaleza es un parque, pero sigue albergando una especie de museo militar en el que se pueden ver tanques, material anti-aéreo y cosas así. Lo que más impresiona del parque son las vistas, especialmente al atardecer ya que se ve caer el sol sobre las confluencias del Sava y el Danubio, lo que deja una bonita foto de postal.

Por la noche fuimos a cenar y a tomar algo a la zona de Skadarlija que es la definida como zona bohemia de la ciudad. En realidad es una calle con bastantes restaurantes y algún que otro pub. La gracia reside en que la mayoría de los restaurantes tienen bandas en directo que supongo que interpretarán canciones populares serbias, porque la mayoría de la gente las tarareaba junto a los músicos. Cenar en uno de estos restaurantes además, es bastante barato. Por una parrillada de carne y dos cervezas pagamos 19€. Más tarde intentamos conocer la fiesta de Belgrado, que por lo visto es una de las más animadas de Europa, pero como no encontrábamos la zona o la encontramos y estaba bastante vacía decidimos que era mejor volver a subir hacia Skadarlija, donde nos tomamos unos cócteles hablando con un camarero de deporte; fútbol, baloncesto y extrañamente, waterpolo.

Antiguo Mº de Defensa bombardeado por la OTAN.

A la mañana siguiente visitamos el templo de San Sava. Es el templo ortodoxo más grande de Europa y aunque se comenzó a construir en 1935 aun no se ha terminado ya que se financia a través de donaciones. Era la primera vez que entraba en un templo ortodoxo, por lo que lógicamente me impresionó bastante además de por lo grande que es el edificio en sí también por las diferencias en la iconografía y culto frente al catolicismo. Desde allí fuimos dando un paseo de nuevo hacia el centro por una de las principales calles comerciales, llegamos a la Plaza de la República y decidimos que lo mejor era comer tranquilamente y tomarnos el resto del día de relax ya que las cosas que nos quedaban por ver estaban bastante lejos.

 Templo de San Sava y a la derecha, la Biblioteca Nacional.

Así que echamos el resto de la tarde entre un parque, un cibercafé y haciendo la compra de la cena de ese día y el desayuno del día siguiente... así pasaron las horas hasta nuestro siguiente destino; Sofía.

2 comentarios:

  1. A mí Belgrado me pareció la hostia. Es una ciudad muy interesante, de unos contrastes terribles y con cierto aire de "salvaje" y "peligro" en el ambiente, que eso en Madrid no se ve desde los 80...

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  2. Sí, yo también tuve esa sensación, sobre todo en cuando te alejabas un poco del centro. Me dejé por contar algunas cosas pero tuve que acortar por no alargarme mucho.

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