Estos días estoy intentando hablar lo menos posible en mis “tertulias” de cafés mañaneros y cervezas vespertinas de la situación en Egipto. Me siento totalmente incapaz de analizar una situación que se encuentra tan alejada de la que vivo y conozco.
La realidad más cercana que me viene a la cabeza y que se acerca un poco a la egipcia, aunque con mucha distancia social y temporalmente hablando, es la Transición que llevó a Portugal a la democracia entre los años 1974 y 1975. Normalmente se conocen a grandes rasgos los hechos que acontecieron durante la llamada Revolución de los Claveles; los militares tomaron las calles junto con miles de personas que colocaban flores en sus armas. Hasta aquí todo sencillo, ¿pero qué pasó después?*
Pues bien, resulta que por aquel entonces Portugal estaba inmerso en una situación similar a la de España, esto es:
- Malestar generado por la recesión económica de 1973,
- protestas de los que aquí llamamos “hijos del régimen” y
- la descolonización que trajo los lógicos problemas a los militares.
Tras los sucesos del 25 de Abril de 1974, el ejército –en su mayoría de orientación comunista –comenzó la reorganización del país dirigiendo; una reforma agraria que provocó un gran descontento en el campo y la nacionalización de algunas empresas.
Por lo visto todo esto no gustó mucho tampoco al sector más moderado del ejército que dio un nuevo golpe de estado en Noviembre de 1975 tras el que se convocaron unas elecciones que ganó el Partido Socialista de Soares. Es probable que este golpe de estado estuviese bajo la tutela de los Estados Unidos, que veían como el ministerio de defensa de uno de los miembros de la OTAN quedaba en manos de militares comunistas.
En fin, que hace treinta y cinco años se llevó a cabo una transición a una de las llamadas “democracias occidentales” y esta fue dirigida por militares. Así que si se supone que si, en Egipto, Occidente quiere eso igual lo consiguen. Total, ya lo han hecho unas cuantas veces más. A mí, todo proceso político que lleve junto a él una intervención militar no me acaba de gustar, pero lo dicho; ni vivo en Egipto, ni soy de ningún servicio secreto, ni soy “opinador”, así que...
...joe, ya con esta foto me ha quedado todo fetén.
* Para refrescarme la memoria he acudido a: BIRMINGHAM, David, Historia de Portugal, 1995.