Vamos a seguir con el interrail...
El trayecto entre Zagreb y Split lo hicimos como comenté en autobús que salía a las 9.30 de la mañana, por lo que nos tocó madrugar un poco. En los autobuses croatas (y creo que también en otras zonas de los balcanes, aunque solo cogimos autobuses en Croacia) tienes que pagar un suplemento por el equipaje, que en este caso fue de 14 kunas. El trayecto transcurría casi todo el tiempo por una autovía que llevaba poco tiempo inaugurada y que iba entre valles por lo que el paisaje nos resultó bastante bonito. Lo peor está al final, cuando abandonas la autovía te queda un tramo por carretera de doble sentido que baja desde una montaña hasta donde se encuentra Split por lo que al ser un destino turístico os podéis imaginar la que se monta.
Vistas desde la torre de la catedral de parte del puerto.
Encontrar alojamiento en cualquier ciudad croata no resulta muy complicado ya que al bajar de la estación ya sea de tren o autobús siempre habrá bastantes mujeres mayores ofreciéndote alojamiento en una de las habitaciones (sobe) de su casa. Esta práctica está permitida por el gobierno y creo que se paga un impuesto por ello, aunque como supondréis algunas son algo más “ilegales”.
En Split intentamos antes de nada encontrar alojamiento en un hostal o albergue, pero todo estaba lleno por lo que después de dar una vuelta cargados con los macutos y comer un cevapi nos fuimos de nuevo a la estación de autobús. Allí una señora nos llevó hasta su casa, que estaba en todo el centro turístico y nos cobró por una habitación doble 50€, un poco caro, pero como estábamos bastante cansados y nos gustó el lugar aceptamos. La habitación tenía televisión, aire acondicionado, revistas con información sobre la ciudad y luego, el baño que era para toda la casa tenía una ducha de hidromasaje con luz y radio dentro, lo que me sorprendió bastante. Además, podíamos usar la lavadora si queríamos. Pero vamos, aun así un “sobe” un poco caro.
Torre de la catedral.
Como os he dicho la ciudad es bastante turística, debido a varias cosas: Según los autóctonos tiene una de las playas más “bonitas” de su país. En ella se encuentra el
Palacio de Diocleciano, monumento patrimonio de la humanidad. Además, es uno de los lugares donde se puede coger los ferris para ir a algunas de las islas de Croacia. Todo ésto, especialmente lo último, hace que haya bastante gente, aunque sea de pasada.
Mausoleo de Diocleciano de noche...malabares y música en directo.
La ciudad es bastante bonita, sobre todo las calles que están dentro de lo que fue el palacio de Diocleciano. Por la noche el encanto es mayor, ya que con la iluminación gana mucho y hay bastante ambiente con espectáculos callejeros de música y malabares. Más tarde hay alguna discoteca, a las que no fuimos, ya que no es el ambiente que más nos guste aunque nos acercamos para echar un ojo y tampoco parecían nada del otro mundo. También es bastante recomendable subir a la torre de la
catedral ya que las vistas desde allí son muy bonitas.
La playa más grande, una de las pocas con bandera azul en Croacia, la verdad es que no tiene nada especial. Se diferencia del resto de Croacia en que tiene una parte que es de arena, lo que es bastante raro porque el resto de sitios en los que puedes bañarte en la costa croata son “construcciones” de hormigón o cemento junto al mar. Además, al haber tanta gente y no no tener casi oleaje el agua está bastante revuelta precisamente por culpa de la arena. Vamos, que como veréis más adelante me gustaron más otros sitios donde me bañé.
La famosa playa.
Para acabar (que hoy me está quedando largo) hablar un poco de lo que comimos. En Split fue donde comimos por primera vez
Ćevapi (o ćevapčići) una especie de albóndigas de carne con salsa. Dependiendo del sitio te lo hacen de manera diferente y es la comida rápida por excelencia de los balcanes por lo que te lo suelen poner en un pan de pita. Personalmente tengo que decir que me lo habían pintado como algo exquisito y luego me supo a poco pero tengo que reconocer que como alternativa de comida rápida están genial.
....pues nada más, y perdonar, que hoy me ha quedado más largo de lo normal. La próxima, Dubrovnik.