Como la verdad es que me gustaría escribir de algo con un poco más de enjundia y no se me ocurre el que habrá que tirar de archivo y recurrir a mi libreta de los viajes. Así que si voy teniendo tiempo y no se me ocurre nada más que escribir dejaré por aquí algunas entradas de ciudades que he visitado comenzando por las del Interrail que hice con otro amigo en el mes de agosto de 2009, que comencé en Venecia y que terminó en Atenas con parte de los Balcanes de por medio. Así que nada, allá que voy con la primera ciudad, Venecia.
A Venecia llegamos un 10 de Agosto a las 9.30 de la mañana. Nuestra idea era no facturar los macutos por los que pudiese pasar, pero al final no hubo manera y tuvimos que meterlos en la bodega del avión. En el vuelo fui casi todo el tiempo dormido, cosa bastante rara porque no suelo dormir mucho en los aviones. Desde el aeropuerto nos cogimos un autobús hasta Mestre por 3€ ya que pensábamos sacar los billetes para esa misma noche irnos para Zagreb. No hubo suerte y al final nos tocó dormir una noche en Venecia.
Cruce veneciano.
En la misma estación en una especie de agencia nos buscaron una habitación doble que nos salió por 65€ en el Hotel Cà Due Lioni. Estaba bastante cerca de la estación de tren, lo que nos ahorró caminar demasiado con los macutos. Pero claro, podemos decir que estaba demasiado “bien” para lo que íbamos buscando. La habitación era en dos plantas; abajo había una especie de hall con unos sofás y el baño y arriba estaba lo que era la habitación en sí con la cama, la tele y una pequeña nevera.
Palacio Ducal y el "león alado" símbolo de Venecia.
La ciudad en si la conocimos andando. Vimos los sitios más típicos que a todo el mundo le suenan de las postales y algún barrio con menos gente que la verdad es que se agradeció porque las aglomeraciones –supongo que por ser agosto –eran acojonantes en todas partes. No voy a decir que sea una ciudad fea, todo lo contrario, pero te cansas de ella. Lo que más bonito me pareció fue ver puesta de sol tras una tormenta veraniega. Lo peor, que todo está lleno de gente y no hay ningún sitio donde relajarse, tan solo encontramos un parque y la verdad. También esperaba más de la ciudad iluminada por la noche y la verdad es que me decepcionó mucho ya que prácticamente no había nada de luz.
Puesta de sol tras la tormenta en el barrio donde teníamos el Hotel.
Respecto a la comida no comimos nada especial. El primer día comimos en un restaurante un poco más “pijo” en el que comimos unos espaguetis y un escalope ricos, pero sin más. El resto de los días tiramos de porciones de pizza que salían por unos 2 ó 3€ la porción.
Para finalizar, lo que más dejé por escrito es que tenía ganas de comenzar el “verdadero” Interrail.
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