Justo hoy que Dubrovnick está bajo los efectos de las lluvias torrenciales, toca escribir un poquito sobre ella.
Para llegar de Split a Dubrovnick cogimos un autobús que tarda en hacer un trayecto de algo más de 200 Km. (no lo he podido mirar en google maps porque no aparecen las carreteras en el trozo serbio del trayecto y te dice que tienes que coger un ferry) unas cinco horas. El paisaje que puedes ir viendo es bastante bonito, pero el viaje se nos hizo muy pesado porque el autobús para demasiadas veces –prácticamente en todos los pueblos “importantes” de la costa croata –y el sol nos iba dando todo el rato.
Puerto de la "ciudad vieja" de noche.
Nada más llegar, una mujer que se llamaba Mila Bogdanovik nos ofreció un sobe en su casa, que tenía registrada legalmente como tal, por lo que tuvimos que firmar en un libro y todo. Era bastante barato (240 kn por noche) y además se veía que a la mujer le hacía falta el dinero. Pero, la casa, por qué mentir, no tenía muy buena pinta. Nosotros dormíamos en el salón –que era la única parte más o menos cuidada de la casa –y ella en una habitación aparte, así que no teníamos mucha intimidad digamos. Además, cuando echamos a andar hacia el centro nos dimos cuenta de que estábamos bastante lejos. Esto, sumado a que por la noche Mila se despertó hacia las 2 y empezó a limpiar la cocina, a mover cosas y a hablar sola, hizo que decidiéramos cambiar de sobe al día siguiente. Sobre todo, para estar más céntricos aunque nos saliera más caro porque también teníamos que pagar el autobús de ida y vuelta, lo que significaba 10 kn. por trayecto. Así que la segunda noche dormimos en otro sobe diferente dentro de la “ciudad vieja” por 60€ donde su propietaria nos trató también muy bien e incluso nos lavó y nos tendió unas camisetas.
El salón de la casa de Mila. Cuando fuimos a dormir,
después de cenar nos había dejado unas cerezas muy ricas.
Dubrovnick es una de las ciudades más turísticas de los Balcanes por lo que toda la ciudad y especialmente su reconstruido casco histórico que quedó destrozado tras los bombardeos serbios están llenos de hoteles, alojamientos más modestos, tiendas de suvenires y lugares donde comer o tomarte algo. Además, la ciudad forma parte de las rutas de la mayoría de cruceros que van desde Italia hasta Grecia. Por todo ello, comer y beber en la ciudad es más caro que en el resto de ciudades croatas que visitamos y cuesta bastante encontrar sitios de comida “típica”, mucho más si quieres que además sea barato. El primer día la cena (pizza, quesadilla, nachos y cerveza) nos salió por 240 kn, la del segundo (fritura de pescado, muy rica) más o menos por lo mismo y las comidas que las hicimos a base de comida rápida fueron algo más baratas (porción de pizza 10 kn, bocadillo y cerveza 40 kn). Lo que más me gustó de todo lo que comí allí fueron los helados que nos comprábamos después de las cenas.
Uno de los sitios que hab habilitado para que puedas bañarte al lado de la muralla.
Salir por la noche también era una de nuestras pretensiones y por ello nos quedamos allí dos noches, aunque solo salimos una de ellas. El ambiente no estaba mal hasta que cerraban los bares en los que el precio de las cervezas rondaba las 12 kn (el doble en un irlandés que entramos). También me pedí un gintonic por el que me cobraron 30 kn. en un pub que estaban poniendo rock y que al verme entrar con la camiseta de Obrint Pas me pusieron un tema suyo. Cuando cerraron los pubs la opción que quedaba era ir a alguna discoteca por lo que decidimos irnos a dormir.
Vistas de la "ciudad vieja" desde las murallas.
En cuanto a la ciudad en si, tengo que decir que a pesar de estar prácticamente reconstruida tiene mucho encanto, especialmente en horas que no hay mucha gente por las calles. Subir a las murallas y rodear la ciudad es bastante recomendable (hay que pagar 50 kn), aunque mejor hacerlo en horas de no demasiado sol. También me gustó mucho el baño que nos dimos en uno de los sitios que han habilitado con “cemento” pegados a la muralla, aquí el agua está clarísima. Vamos, merece la pena visitarla, pero igual tampoco merece la pena pasar allí más de un día. Lo que, desde luego, parece mentira es que en 1991 allí sucediera esto:
Bombardeos de Dubrovnik en 1991,
cuando vi el video al volver del viaje me quedé impresionadísimo.
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario