Ayer me desperté con la noticia de que dos periodistas y un técnico de sonido de la Cadena Ser habían entrado en El Aiún para informar sobre lo que allí estaba pasando. Como era de esperar las autoridades marroquíes han tardado poco en expulsarles y ellos se han convertido en la noticia. Esta mañana me he despertado con los tertulianos de la Ser diciendo que estos hechos eran gravísimos. Hasta aquí todo más o menos normal. Está claro que Marruecos no respeta muchas de las libertades que por ejemplo, sí que respeta un estado como el Español (con esto no estoy del todo de acuerdo, pero dejémoslo estar). Tampoco es la primera vez que esto pasa en Marruecos, no hace tanto que su policía agredió a periodistas españoles y ha expulsado, de lo que consideran su territorio, tanto a periodistas como a políticos.
Lo que no me parece tan normal es que parte de la gente que participaba en la tertulia haya condenado estos hechos de manera mucho más contundente que el ataque al campamento saharaui del pasado lunes. Es más, esperaban que el gobierno español se pronunciara clara y contundentemente sobre estos hechos, pero no esperaban que hiciesen lo mismo con respecto al resto de muertos y desparecidos que la situación (por llamarlo de algún modo) está produciendo. Bonito doble rasero.
Lo que está claro de todo esto es que las autoridades marroquíes no quieren testigos sobre lo que allí pasa y mucho menos si estos son españoles. Tampoco este “bloqueo informativo” es nuevo. De momento la única información con la que contamos es la que recibimos a través de internet, de personas que están arriesgando su integridad física y sus vidas para “contar” a su manera (a mí la verdad es que me importa poco que sea a su manera) hechos que Marruecos no quiere que veamos.
Además, estas personas no tienen el apoyo de ninguna ministra de exteriores ni de ningún vicepresidente del gobierno. Así que, señores tertulianos, un poco de respeto.
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